Descripción de la aplicación
En el corazón de un bosque denso y cargado de niebla, Agung y Arip tropezaban con un lugar que el tiempo parecía haber olvidado: la aldea del sur de Meraung. El pueblo estaba envuelto en un misterioso silencio, sus casas en ruinas susurraban historias de un pasado olvidado. Agung, siempre el más aventurero de los dos, no pudo resistir el encanto de lo desconocido y se aventuró más profundamente en el pueblo, dejando a Arip atrás.
Como exploró Agung, la niebla se espesó y el aire se volvió más frío. Sintió un frío inexplicable por su columna vertebral, como si los ojos invisibles estuvieran observando cada uno de sus movimientos. Cuanto más profundo fue, más el pueblo parecía cobrar vida con una energía siniestra. Las sombras bailaron en las esquinas de su visión, y los susurros llenaron sus orejas, se volvieron más fuertes con cada paso que dio.
Mientras tanto, Arip, al darse cuenta de que Agung había ido demasiado lejos, se dispuso a encontrar a su amigo. La atmósfera opresiva del pueblo le pesaba mucho, pero su determinación de salvar a Agung lo impulsó hacia adelante. Mientras buscaba, notó símbolos extraños grabados en las paredes de las casas, símbolos que parecían pulsar con una energía oscura.
Agung, ahora en lo profundo del pueblo, se topó con un antiguo templo en su centro. La entrada del templo estaba adornada con grotescas tallas de seres monstruosos, sus ojos parecían seguirlo. Obligado por una fuerza que no podía entender, Agung entró. El aire dentro del templo estaba grueso con el aroma de la descomposición, y las paredes estaban cubiertas de más de esos símbolos siniestros.
Cuando Agung exploró el templo, sintió una presencia detrás de él. Dirándose, no vio nada más que la oscuridad, pero la sensación de ser visto intensificado. El pánico se instaló, y trató de irse, pero la salida del templo parecía retroceder más con cada paso que daba. Los susurros se convirtieron en una cacofonía de voces, cantando en un idioma que no podía comprender.
Arip, guiado por un instinto, encontró el templo y corrió adentro. Llamó a Agung, su voz se hacía eco de los muros de piedra. Finalmente, vio a Agung, que ahora estaba rodeado por una niebla giratoria que parecía estar empujándolo más profundamente en el templo. Arip corrió hacia su amigo, agarrando su brazo y alejándolo de la niebla.
Juntos, salieron corriendo del templo, la energía malévola del pueblo los persigue. Cuando llegaron al borde del pueblo del sur de Meraung, la niebla se levantó y la atmósfera opresiva se disipó. Miraron hacia atrás para ver el pueblo desaparecer en la niebla, como si nunca hubiera existido.
Sacudido pero seguro, Agung y Arip prometieron nunca volver a hablar de la aldea del sur de Meraung, sabiendo que algunos misterios quedan sin descubrir.
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